Hay muebles que, con el paso de los años, sienten cómo sus piezas se van desencajando y la carcoma invade poco a poco su interior… Por eso, terminan almacenándose lejos de la mirada de la que, hasta ese momento, había sido su familia. Esto fue lo que ocurrió con esta silla vieja que, melancólica y apesadumbrada, pensó que nunca más volvería a sentir sobre ella la calidez de la luz del sol. Pero, como decíamos en las primeras frases de este post, los sueños se cumplen y, un día, Ana la encontró en el desván de casa de sus abuelos. Tan solo hicieron falta un par de segundos para que quedase prendada de ella y pensase en los miles de usos que podría darle en su nuevo hogar. Para no perder tiempo, en Ecodiverso nos pusimos manos.
Fueron muchas horas de trabajo lijando su viejo barniz, protegiendo su madera y tapando todos los agujeros de la carcoma, que había comenzado a hacer de las suyas en su bonita estructura. Cambiamos su respaldo de malla y su asiento rígido de chapa por uno tapizado más mullido y confortable que, además, combinaba con la decoración de la habitación de la que iba a formar parte. Tras esto, la pintamos en color plata, elegante y brillante.
Todo el esfuerzo que realizamos valió la pena, pues comenzó a lucir su belleza y atractivo con más fuerza que nunca. El color elegido para el tapizado era un estampado negro y gris que resaltaba las formas curvas de su estructura, un tejido diseñado para aguantar muchísimos años ofreciendo cobijo a todo el que quiera sentarse y sumergirse de lleno en una pieza con tanta historia como ésta.
Una monada que ya forma parte de su nuevo escenario.